Seguramente habrás oído hablar del famoso “periodo ventana” y es que es clave para llegar a hacer un buen diagnóstico de nuestra salud sexual y reproductiva. Cuando hemos tenido una relación sexual de riesgo, debe pasar un cierto tiempo hasta que la enfermedad se manifieste en nuestro cuerpo y pueda ser diagnosticada. Muchas veces, por miedo y ansiedad, acudimos al médico la misma semana de la relación de riesgo para que se nos haga un chequeo completo y solicitar analítica de ITS. Sin embargo, esos resultados no van a ser concluyentes porque nuestro cuerpo no ha tenido suficiente tiempo para producir los anticuerpos necesarios detectables y obtendremos un falso negativo.
Por eso, es muy importante dejar pasar unas semanas hasta realizar la analítica de sangre. En el caso del VIH, el periodo ventana puede variar en función de la prueba diagnóstica utilizada, sin embargo suele rondar entre las cuatro y seis semanas desde la relación de riesgo. Una vez pasado ese periodo, podremos obtener un resultado bastante concluyente, pero será recomendable repetir la prueba a los tres y seis meses para asegurarnos por completo.
Si has tenido una relación sin protección y te haces una analítica a la semana, saliendo negativa ésta, no te confíes y repítela a las 4 semanas desde la situación de riesgo. Si quieres asegurarte todavía más de que el diagnóstico es favorable, repite las pruebas a los tres y seis meses. Sólo así podrás estar seguro/a de que tu salud sexual se encuentra en un buen punto.